martes, noviembre 15, 2011

Cuarenta aniversario del primer circuito integrado comercial

El 15 de noviembre de 2011 se ha cumplido el 40 aniversario del lanzamiento del 4004 de Intel, considerado el primer microprocesador comercial. Que yo sepa no se ha hablado mucho de este evento, aunque probablemente se trate de uno de los hitos tecnológicos que marcaron el inicio de la actual era de la tecnologías de la información.

Para no marear mucho con descripciones técnicas sólo diré que aquél primer circuito integrado contaba con 2.300 transistores, (las piezas básicas de un chip) y la velocidad de reloj a la que se movía era de 740 KHz (740 x 1000 Hz).

El 4004 fue el inicio de una serie de nuevos modelos de lo que también se ha venido en denominar CPUs (del ingles "Central Processing Unit"). La progresión  del número de elementos que se han ido añadiendo a cada lanzamiento de un nuevo chip dio lugar a que el ingeniero y cofundador de de Intel Gordon Moore enunciara una ley que lleva su nombre:

Ley de Moore: El número de transistores que forman un microprocesador se duplica aproximadamente cada 18 meses.

Este enunciado no es realmente una ley,  es más bien la constatación de una realidad que se ha venido produciendo desde 1971. Significa que la capacidad de los microprocesadores, el elemento central de un computador, se ha duplicado cada año y medio. Por eso, cuarenta años después, las CPUs que equipan los ordenadores de sobremesa cuentan con aproximadamente 1000 millones de transistores y la velocidad de reloj a la que se manejan está entre los 3 y los 4 GHz (4 x 1000000000 Hz)

Esta progresión exponencial es la responsable de la revolución de las tecnologías de la información en la que nos encontramos inmersos. Vemos casi normal el que un ordenador se quede obsoleto prácticamente a los dos años de haberlo comprado. No nos extraña el que cosas que hace apenas 15 años parecían de película de ciencia ficción, como las videoconferencias, hoy sean una cosa cotidiana. La animación por ordenador o la fotografía digital parece que existieran desde siempre.

La predicción que hace la propia Intel es que, al menos durante la próxima década y, posiblemente, también durante la siguiente, este ritmo de crecimiento se mantendrá. Grosso modo, de ser así, un teléfono móvil, dentro de 10 años, será aproximadamente 60 veces más potente de lo que es ahora y, de continuar a ese ritmo, dentro de 20 será unas 65000 veces más poderoso que actualmente.

Todo esto puede parecer un tema puramente técnico. No lo es. De manera progresiva, hemos visto como nuestra vida se ha visto afectada por esta transformación tecnológica sin parangón con épocas pasadas. Es el crecimiento descrito por la Ley de Moore el que ha provocado el que dispongamos de una red de comunicaciones como Internet o de que se haya pasado de dos canales de televisión analógica a 40 ó 50 digitales.

El desarrollo de los microprocesadores está provocando que la secuenciación del ADN se esté convirtiendo en una prueba más y más barata de manera que en un futuro no muy lejano pueda estar accesible en los sistemas sanitarios de los países avanzados. Las modernas técnicas de imagen diagnóstica como la resonancia magnética o la ecografía, no serían posibles sin la potencia de cálculo que se ha ido añadiendo generación tras generación.

La enorme velocidad de cambios que está provocando este desarrollo hace que interfaces por voz como la del nuevo iPhone 4S estén empezando a implantarse en dispositivos que hasta hace 4 años para lo único que servían era para hacer llamada telefónicas. Y no se trata de interfaces simples, sino de programas con una compleja Inteligencia Artificial, una de las áreas que todo estudiante de Ciencias de la Computación sabe que es de las más exigentes en lo que a potencia de cálculo se refiere.

No puedo dejar de mencionar también lo importante que está siendo el desarrollo de esta tecnología en movimientos sociales como los que estamos observando últimamente. La Primavera Árabe que ha sorprendido a gobiernos de todo el mundo y a la opinión pública mundial se ha podido fraguar gracias a la capacidad de Internet para mantener en contacto a grupos de oposición distribuidos a los largo de estos países. Hoy en día una persona con un portátil o un teléfono móvil y una conexión a Internet es tan peligroso para un régimen dictatorial como lo era hace 20 años un corresponsal, un cámara y una conexión vía satélite.

Lo mismo se puede decir del movimiento 15-M. Un movimiento con un carácter tan horizontal y un tanto anárquico en su modo de organización no podría haberse extendido de la manera que lo ha hecho sin la asistencia de las tecnologías de la información.

Me dejo muchas cosas en el tintero. Lo sé. Otro día hablaré de lo que algunos expertos denominan singularidad tecnológica, un fenómeno que algunos predicen y que está asociado entre otras cosas a la Ley de Moore. Lo único que me queda por añadir es que es difícil predecir cómo será el mundo dentro de 20 años, pero lo que si es seguro es que, de seguir al ritmo actual, veremos los últimos aparatos tecnológicos (tabletas, portátiles, móviles, etc.) con los mismos ojos con los que ahora vemos, por ejemplo, el discman.

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