domingo, noviembre 06, 2011

Secreto de sumario

Ya lo sé, todos los políticos son unos sinvergüenzas, están ahí para chupar del bote y ninguno se preocupa por los problemas de la gente. Vale, dicho esto, que es la opinión que casi todo el mundo suelta por su boca cuando se habla de alcaldes, concejales, diputados, presidentes y demás cargos electos, pasaré a ejercer de abogado del diablo.

Primero haré una declaración genérica: No comparto esa opinión, no he conocido ningún gremio donde todo el mundo sea bueno o todo el mundo sea malo por el mero hecho de pertenecer a él, da igual que sean fontaneros, albañiles, mecánicos, abogados, ingenieros industriales, sindicalistas o funcionarios.

Y ahora entro en el tema sobre el que me apetece escribir hoy: Hace tiempo que creo que todo el mundo debería ser tratado de la misma manera por la justicia. No sé, quizás sea un ingenuo, pero en esto de momento sigo siendo más tozudo que la propia realidad, y aunque ésta se empeñe en demostrarme lo contrario un día sí y al otro también, yo, erre que erre, empecinado en seguir pensando que las cosas tienen que ser como Dios manda (Rajoy dixit) y que cuando no lo son pues habrá que arreglarlas.

Para ir concretando, me molesta lo que ocurre con el secreto de sumario en este país. Ya sé que no es lo más grave que pasa con la justicia, pero es que esto ya es cachondeo. Resulta de lo más normal que en la prensa aparezcan revelaciones sobre investigaciones judiciales que se suponen secretas.

Cabría decir: "¡Bien por la prensa!", al fin y al cabo están haciendo su trabajo. Pero los que no lo están haciendo tan bien son las autoridades judiciales que parece que hacen dejación de sus funciones y no tratan de impedir que en los juzgados, precisamente en donde se tiene que hacer cumplir la ley, se salte a la torera una norma que se supone que trata de proteger la investigación y los derechos de los investigados.

Hace ya algunos meses vimos como Francisco Camps veía como conversaciones telefónicas privadas eran aireadas a los cuatro vientos. Ahora vemos como José Blanco se tiene que defender de unas declaraciones contenidas en un sumario a las que ni siquiera él tenía acceso. En ambos casos, independientemente de que sean culpables o no (ninguno de los dos ha sido, de momento, condenado), están o han estado en una situación de indefensión clara. A mí eso no me gusta, será porque hace tiempo que dejé de creer en los linchamientos, sea de la especie que sean, como manera de repartir justicia. Insisto, la realidad es tozuda, pero yo de momento le gano en empecinamiento.

Con todo, lo peor, es que a pesar de que filtrar un secreto es un delito, nadie va a investigar, como nadie ha investigado anteriormente en otros casos, la fuente que ha pasado a la prensa la información. No digo que los periodistas tengan que revelar sus fuentes, por suerte, en este país existe el derecho al secreto profesional. Pero a los que sí se deberían perseguir es a aquellos que se saltan sus obligaciones de evitar que el contenido de investigaciones secretas sean publicadas antes de que un juez decida que así se tiene que hacer.

Sólo una última precisión: en el fondo me da igual que los investigados sean políticos o no, me da igual la naturaleza del delito que se cometa. Lo que no me gusta es que, por muy horrible que sea el crimen cometido, alguien se crea que puede saltarse a la torera los derechos que incluso aquellos que no respetan los de los demás, tienen. Puede que no guste, pero la democracia exige ser muy escrupuloso con esto.

No hay comentarios: